Queremos
compartir con ustedes un fragmento de uno de los materiales de lectura
propuestos en el 5° plenario: “El vicio impune”, de
Graciela Cabal (del libro“La emoción más antigua. La lectura, la escritura,
el encuentro con los libros”. Editorial Sudamericana, 2001)
Les planteamos para el
debate la pregunta: ¿Es
en verdad imprescindible que los niños lean?
Pero sobre
todo los invitamos a disfrutar y reírse con este texto.
"Reconozcámoslo de una buena vez, sin prejuicios
ni temores: la gente que lee mucho no es más útil a la sociedad que la gente
que no lo lee. Por lo general es gente con problemas, inestable emocionalmente,
desequilibrada, si vamos a ser francos. Los niños demasiado afectos a la
lectura, por ejemplo, suelen tener alteraciones severas en la conducta (...)
Los escritores han sido, por lo general, niños lectores. Muy lectores. Yo
diría: adictos a la lectura. Viciosos. (...) Y los escritores son gente rara.
Gente de cuidado, bombas de tiempo son. Nunca se sabe con ellos (...) Son
raros, los escritores. Lunáticos, fóbicos, atrabiliarios, mentirosos,
susceptibles, patéticos. Políticamente incorrectos. Viciosos (...) ¿Y todo eso
por qué? Por haber leído en exceso a edad temprana (...)
Qué se puede esperar de esta gente, que usa los libros
como escape, como refugio, como escudo contra la desesperanza y la muerte.
Personas así ya no son confiables. Están fuera de
control. Han perdido el discernimiento y no distinguen la realidad de la
fantasía (...)
Sensatez. Hombres y mujeres sensatos, eficaces,
competitivos, exitosos. Técnicos capaces de implementar proyectos institucionales
acordes con los objetivos de la globalización. Gente pragmática experta en
transversalidades, módulos y otras cosas igualmente útiles a la sociedad.
Eso —y no cuentitos— es lo que necesitan los niños
pobres. Para que no los engañen con los vueltos, para descifrar los mensajes de
la patrona, para leer los clasificados del Clarín y conseguir trabajo de
ascensorista en los shopings..."