Así como es desatinado
imaginar un método para aprender a nadar sin agua (hermoso
símil acuñado por Ricardo Mariño en su
ponencia Nadar sin agua), es improbable que los niños aprendan a leer y a
escribir en un ambiente en el que no hay libros.
Por eso proponemos algunos
criterios para seleccionar los libros para conformar una biblioteca áulica
Para los niños que aún no leen por sí mismos:
1-algunos cuentos que los niños ya conocen y les resultan
familiares, por lo tanto, fácilmente detectables o
“explorables”
(los niños gustan de volver una y otra vez a los
textos conocidos)
2-cuentos
en los que esté previsto que encuentren algunas coincidencias: dos o tres de la
misma colección (El pajarito remendado, Los morochitos), del mismo autor, más
de una versión del mismo texto para explorar diferencias y similitudes.

4-cuentos clásicos, que les permitan reconocer
estructuras canónicas (inicios y finales tradicionales, redundancias) y
personajes prototípicos (hadas, lobos, princesas, brujas), para disfrutar luego
de las subversiones o transgresiones presentes en cuentos más actuales
5-cuentos bien ilustrados, de buenos autores, nacionales y extranjeros,
clásicos y contemporáneos
6-algunos libros álbum de ser posible (sabemos el
poder de seducción que ejercen en los niños libros como Zoom o Trucas y autores
como Antony Brown o Van Allsburg y la puerta grande de entrada que constituyen
para despertar el amor por los libros)
7-cuentos con temáticas de interés para los niños relevadas por el maestro
(no supuestas).
Para los niños que ya leen por sí mismos:
Además de los criterios anteriores (salvo el 3, más centrado en la
adquisición del sistema):

2-algunos cuentos del mismo autor, con información biográfica en la
contratapa o en prólogo.
Un criterio más: los libros que son buenos para nuestros hijos también son buenos para nuestros alumnos
ResponderEliminarEs cierto, a veces no nos damos cuenta. Muy buenos los criterios
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